Los estereotipos de belleza pueden afectar la idea de la buena salud, que no tiene nada que ver con una figura muy delgada, ni con un cuerpo con implantes, ni con un rostro templado, y menos con unos dientes color blanco tiza.
En el último caso, los cuestionamientos sobre el blanqueamiento dental abren el debate sobre la necesidad del procedimiento. Una investigación de la Universidad Nacional de Colombia, a cargo de la odontóloga Carolina Torres , apunta a los riesgos que se desprenden de los componentes que se usan.
“El peróxido de hidrógeno causa graves daños en el esmalte. Aparecen fracturas sobre la superficie y se origina sensibilidad dental”, dice esta investigadora.
Añade que el esmalte dental es la sustancia más mineralizada del organismo. Es la capa externa del diente y tiene propiedades que la hacen muy resistente a las fuerzas de choque o masticatorias. Esto hace posible masticar cosas duras y realizar ciertos procedimientos con los dientes, lo que no permiten las siguientes capas del esmalte.
“Por eso, hay que preservar el esmalte en su condición original y no dañarlo, pues se empieza a afectar al diente desde la parte externa hacia la interna“, explica.
La profesora Torres hizo hincapié en el riesgo que existe, sobre todo, en las personas jóvenes. No es un tratamiento recomendado en menores de edad, ya que el esmalte no está muy maduro y tiene mayor contenido protéico que se pierde con el tiempo.
Al usar el peróxido -que daña muy fácilmente las proteínas- este entra en la pulpa por lo que es fácil que los pacientes jóvenes presenten hipersensibilidad, una respuesta biológica del diente a la agresión química a la que ha sido expuesto.
El odontólogo Andrés Aristizábal está de acuerdo con la alerta sobre los menores de edad, pero defiende la opción del blanqueamiento como una manera de reponer el tono más claro en algunos casos.
“El paciente debe ser mayor de edad y mediante radiografías se debe verificar que se haya completado la madurez de la pulpa dental. También se debe determinar si el cambio de color tiene que ver con alguna enfermedad durante el embarazo o por manchas por exceso de flúor en la madurez del diente. Eso se llama fluorosis”.
Este experto afirma que el procedimiento también está contraindicado en gestantes y lactantes o en pacientes con caries o amalgamas desadaptadas. “Lo más importante es que el paciente se ponga en manos de un profesional para este procedimiento. Alguien que sepa hacer un diagnóstico correcto y no arriesgue la calidad dental. Se puede realizar, máximo, cada seis meses“, remata.
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